sábado, 29 de noviembre de 2014

EL TIEMPO NUNCA SE DETIENE.

El tiempo es el gran reloj de arena. El ritmo lo marcas tú. En los buenos momentos el tiempo parece que no existe, pero cuando bajas del vagón de la felicidad te das cuenta de que se ha formado un gran castillo de arena a tus pies. Entonces es cuando pides que el tiempo pase lento, quieres aprovechar hasta el más mínimo segundo. Pero también cuando estamos haciendo algo que nos disgusta, no pasan los minutos ni las horas.
 Con un puñado de arena en mis manos, con el sol, el cielo y el mar, me paro a pensar. El tiempo pasa inevitablemente, más despacio o más deprisa, al igual que la arena resbala entre mis dedos. Si hacemos caso a Einstein el tiempo es relativo y un año para el astronauta en el universo son cientos de años en la tierra. Por eso lo único que nos queda es llenar nuestra vida de buenos momentos, que es cuando nos olvidamos del tiempo y su imparable marcha.