La primera pregunta que me hago es ¿La persona que llega es la persona
correcta ?… es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad,
todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están
allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación. Yo creo que es verdad, es como si cada ser en este mundo tuviese una función, cada persona cumple una
misión, a veces solo para darnos una lección y, en otros casos para
hacernos sufrir o para hacernos felices, es parte de nuestro recorrido,
pero también es cierto que no se trata del azar –solo a nuestros padres
no podemos elegir- somos nosotros los que permitimos que una persona
entre o no a nuestras vidas. Entonces somos nosotros mismos los que
también influimos y forjamos nuestra propia historia, se trata de saber
elegir, de saber escuchar consejos, de no ser necios, de no tener prisa,
de ser fuertes para esperar y no apurar la elección, no todo es parte
del azar.
¿Lo que sucede es la única cosa que podía
haber sucedido?. Yo creo que nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos
sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera
el detalle más insignificante. No existe el “si hubiera hecho tal cosa
hubiera sucedido tal otra…”. No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber
pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y
sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en
nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se
resistan y no quieran aceptarlo.
También, diría que todo tiene su tiempo,
tanto de empezar, como de terminar, la vida es una sucesión de ciclos,
por eso la paciencia es una virtud que debemos fomentar, hay que saber
esperar el tiempo indicado, aunque también debemos estar preparados para
el momento del inicio o del fin. Esta ley la compararía con la cosecha
de la fruta, si se coge antes estará verde y, después, demasiado
madura, o podrida, debemos estar alertas para saber cuándo es el tiempo
justo para empezar o terminar.