viernes, 14 de agosto de 2015

LA INTIMIDAD.

La intimidad es compartir pensamientos, experiencias profundas y emociones en una relación  honesta en la que cada uno confía en el otro. Hay una entrega profunda. La intimidad está libre de juegos y explotación y se da en esos momentos de contacto humano que despiertan sentimientos de ternura, empatía y cariño, incluso intercambios de caricias. La intimidad es por lo tanto una experiencia y una relación muy gratificante. 
En la intimidad se da una gran cantidad de afecto y aceptación incondicional, que son además de mucha calidad. No hay motivaciones ocultas ni nadie pretende sacar provecho del otro. Hay espontaneidad y franqueza, pero se mantiene la propia autonomía. Es un momento en el cual no hay que estar a la defensiva ni evitar preguntas, porque se responde libre y abiertamente, sin temor a ser juzgado, criticado o rechazado. En la verdadera intimidad es en donde se sustenta la capacidad de sentirse emocionalmente unido a la persona amada, ni asfixiado por ella, ni abandonado. Esto crea un lazo de empatía que satisface las necesidades emocionales más profundas de ambos. 
Pese a ser una experiencia tan enriquecedora, parece sin embargo que cada vez se produce con menos frecuencia, lo cual sume al ser humano en una profunda soledad, que es el caldo de cultivo de todo tipo de alteraciones psicológicas. Aún parejas que mantienen buen sexo pueden no tener una relación de intimidad. 
¿Intimida la intimidad? Pareciera que sí, porque pese a ser una experiencia tan trascendente, es a la vez la que más riesgo conlleva. Y esto porque nos “exponemos”, nos descubrimos y mostramos tal cual somos, mostrando nuestras debilidades, que quizás la otra persona utilice en algún momento futuro en nuestra contra.
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