Me pregunto, ¿Por qué insistir en no disfrutar de todo lo que somos y hemos logrado? ¿Por qué tenemos que llenarnos de límites y temores? ¿Por qué sentirnos incapaces de lograr lo que añoramos? ¡Estamos hechos para superar los obstáculos, para iluminar donde haya oscuridad, para demostrar que no existen los imposibles! Bien lo dice una reconocida frase “La felicidad no es una meta, es el camino completo”.
No seamos espectadores de nuestras propias vidas, tomemos con
orgullo nuestro protagonismo porque somos los únicos dueños de cada
paso. Necesitamos una dosis de optimismo, de positivismo, de vida… Ir
por ahí siempre sintiendo pesados nuestros pasos, no debería ser a los
que estemos acostumbrados.
Y es que la cuestión no es solo vivir, es aprender a vivir; aprender a
disfrutar de ese segundo en el que abrimos los ojos y tenemos todo un
día para ser felices, para amar, para sonreír, para ser mejores, para
sentir.