Me pregunto ¿A qué se debe? ¿Será a las religiones?
¿Una cuestión genética tal vez? ¿Es parte de nuestra razón de ser en el
universo? En fin ¿Por qué nos es tan difícil a la inmensa mayoría de los
habitantes de este prospero y maravilloso planeta aceptar que somos merecedores
de los mas elevados niveles de Prosperidad, de Abundancia, de Amor, de
Salud y Paz… de Felicidad señores(as), merecedores de felicidad en
nuestras vidas?
¿A qué se debe? Es siempre
interesante identificar las causas para corregir el proceso, pero en
este caso la pregunta más inteligente es: ¿Qué debo hacer para aceptarme merecedor de toda manifestación de Amor y Felicidad en mi vida?
Esta pregunta es una mejor opción, y su adecuada respuesta podría
constituir un impulso para iniciar verdaderos cambios de superación, de
aceptación, de crecimientos y éxitos en nuestras vidas.
Un claro ejemplo de lo que hoy traigo a reflexión es esa
tendencia a desacreditarnos ante otras personas cada vez que recibimos
palabras, gestos o manifestaciones de reconocimiento y/o halago a
nuestros dones y virtudes. Expresiones como “no es para tanto”, “exageras”, “fue solo cuestión de suerte”, o en las mujeres las famosas “no soy tan linda”, “estoy horrible”, “Solo a tu me ves bien”
y pare usted de contar. Mala señal enviamos al universo. No sentirnos
merecedores ni siquiera de las virtudes que por Naturaleza Divina hemos
recibido, muy mala elección. Y es que desde esta posición incluso
saboteamos el disfrute pleno de las metas que alcanzamos o las
posesiones que logramos a lo largo de la vida, y se activa otro
perjudicial ciclo, el de nunca estar conformes con lo que tenemos, y
“buscar” en lo que no poseemos la felicidad.