viernes, 18 de marzo de 2016

AL DESNUDO, SOMOS SENCILLAMENTE HOMBRE Y MUJER.

Tanto tu como yo lo hemos experimentado, esa ducha matutina o vespertina, momento de absoluta intimidad, nuestros cuerpos desnudos, ojos cerrados y el disfrute del agua que en compañía de nuestras mano acarician nuestros cuerpos, una sensación que nos hace relajar, durante algunos minutos nuestros comportamientos y actitudes aprendidas se colocan en “pausa” y entramos en contacto directo con la verdadera y mas sublime desnudez: la conciencia plena de nuestro existir… Pensamientos, reflexiones, dolores y temores, orgullos y complejos, excitación y placer. Al desnudo, somos sencillamente hombre y sencillamente mujer.
En esta intimidad no existen mascaras, no hay jerarquías, ni distinciones de razas, ni condición social, tan solo la oportunidad, si así lo deseamos, de disfrutar de la mas exquisita sensación que cada ser humano es capaz de experimentar… la sensación de estar vivos.
Al desnudo nos liberamos o cambiamos los trajes que definen nuestro diario convivir, el ejecutivo exitoso da lugar al esposo y al padre preocupado por mantener el “status” y las apariencias en su hogar o viceversa. La ejecutiva calculadora y exigente se prepara para ser la madre generosa o la esposa ejemplar o la mujer sexy dispuesta a amar y esperando también, el ser amada.
 Al desnudo el que poco tiene todo lo desea, y el que mucho posee tiene miedo de perder. Al desnudo, de jóvenes pensamos que aun tenemos mucho tiempo, años más tardes comenzamos a vislumbrar con temor el camino a la “vejez” y sentimos temor por todo lo que aun no hemos logrado realizar.
Para acabar, decir que tenemos que tomar conciencia de todas estas cosas y que todos somos humanos.



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