miércoles, 16 de septiembre de 2015

LA FRAGILIDAD DE NUESTRO CORAZÓN.

Los cristales pueden quebrarse. Las telas suelen desgarrarse al contacto de una diminuta astilla. Se rasgan los papeles. Se rompen los plásticos. Se rajan las maderas. Hasta las paredes se agrietan, tan firmes y sólidas como parecen.
¿Y nosotros?Ah...nosotros tampoco somos irrompibles. Nuestros huesos corren el riesgo de fracturarse, nuestra piel puede herirse. También nuestro corazón, aunque siga funcionando como un reloj suizo y el médico nos asegure que estamos sanos.
El corazón se daña muy facilmente. Cuando oye un "no" redondo o un "sí" desganado, una especie de "nnnsí" y merecía un tintineante "sí". Cuando lo engañan. Cuando encuentra candados donde debía encontrar puertas abiertas. Cuando es una rueda que gira solitaria día tras día. noche tras noche. Entonces siente tirones desde arriba, por delante, desde abajo, por detrás...o es un potrillo huérfano galopando dentro del pecho.
¿Se arruga? ¿Se encoje? ¿Se estira?. Late lastimado. ¿Y cómo se cura?

Solamente el amor de otro corazón alivia sus heridas.
Solamente el amor de otro corazón las cicatriza.