viernes, 25 de septiembre de 2015

EL AUTOCONTROL.

El autocontrol puede definirse como la capacidad de mantener una conducta apropiada frente a situaciones críticas, sin dejarse desbordar por la emocionalidad o los impulsos. En otras palabras, es mantener la capacidad de pensar en momentos en que somos impactados por algún evento que influye en nosotros y que despierta una emoción fuerte, como podría ser miedo o el nerviosismo. Lo opuesto al autocontrol es la impulsividad y el descontrol emocional, y que alteran nuestra capacidad de razonar.
 Siempre se ha dicho que una buena técnica para el autocontrol es "contar hasta diez". Y es cierto; pero no es fácil, porque cuando necesitamos contar hasta diez es porque la emoción ya nos ha invadido. Aún así es un buen sistema. Pero mejor todavía, es aprender a poner cierta distancia psicológica entre uno mismo y la situación que se está viviendo, es decir no dejarse tragar por ella. Poner el énfasis en el momento que comienza la emoción y aprender a no tomar las cosas de una manera tan catastrófica.
 También es muy útil dominar alguna técnica de relajación. Básicamente, estas técnicas se basan en un trabajo con los músculos, en soltarlos en el momento en que sobreviene la emoción perturbadora. Al soltar los músculos la emoción se disipa en parte, y el cerebro puede retomar su capacidad de pensar. Por otra parte, tampoco se debe pensar que el autocontrol emocional óptimo es aquél que nos hace no sentir emociones. Si por ejemplo no sintiéramos miedo frente a ciertas situaciones, no podríamos sobrevivir. En definitiva, el buen autocontrol se desarrolla cuando emociones y mente logran funcionar de una manera armónica e integrada en una persona. 

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