La desilusión, como practicamente todo en esta vida, tiene dos caras.Una
de sus caras es la dolorosa, aquella que sufrimos cuando somos
desilusionados. Particularmente me refiero a cuando son personas quienes
nos desilusionan, y no algún objeto o situación. Cuando uno espera algo
de alguien y no resulta tal como uno esperaba, cuando uno espera
ciertas actitudes de alguien y esa persona no actúa de esa manera...o a
la inversa, cuando una persona actúa de una forma que jamás hubiéramos
imaginado que lo haría.
La otra cara de la desilusión, viene de la misma palabra: Des-Ilusión. Desilusionarse entonces no es ni más ni menos que dejar de creer en algo que no es real, que es meramente una ilusión, producto de nuestra fantasía, de nuestra idealización.Quizás entonces lo que duele no es sólo el sentimiento de extrañeza cuando algo así ocurre, lo que duele es darse cuenta que uno estuvo equivocado, creyendo cosas que no eran.
La mentira tiene patas cortas, y tarde o temprano, las caretas caen. Esas caretas que eran meras ilusiones, acompañadas de palabras que no eran más que palabras, pero que los hechos no acompañaban.
Quién es responsable? Quien desilusiona o quien quiso creer en algo que no había allí? Quien se pone una careta o quien confía en esa cara que le muestran?
Las desilusiones duelen, por los sentimientos que hay en juego, por el afecto, por el vínculo construido a lo largo del tiempo.Y las desilusiones duelen porque en parte, nos suele costar reconocer que nos equivocamos.
La otra cara de la desilusión, viene de la misma palabra: Des-Ilusión. Desilusionarse entonces no es ni más ni menos que dejar de creer en algo que no es real, que es meramente una ilusión, producto de nuestra fantasía, de nuestra idealización.Quizás entonces lo que duele no es sólo el sentimiento de extrañeza cuando algo así ocurre, lo que duele es darse cuenta que uno estuvo equivocado, creyendo cosas que no eran.
La mentira tiene patas cortas, y tarde o temprano, las caretas caen. Esas caretas que eran meras ilusiones, acompañadas de palabras que no eran más que palabras, pero que los hechos no acompañaban.
Quién es responsable? Quien desilusiona o quien quiso creer en algo que no había allí? Quien se pone una careta o quien confía en esa cara que le muestran?
Las desilusiones duelen, por los sentimientos que hay en juego, por el afecto, por el vínculo construido a lo largo del tiempo.Y las desilusiones duelen porque en parte, nos suele costar reconocer que nos equivocamos.