Para que exista una mayor comprensión
del tema, empezaremos diciendo que el temperamento es parte fundamental
de la personalidad. La palabra personalidad significa “máscara”, es la
mejor parte de nosotros que dejamos ver a los demás. La personalidad está
constituida por dos componentes: el temperamento, el cual engloba los
procesos genéticos o hereditarios que nos dejaron nuestras generaciones
anteriores y que inciden en nuestra conducta. El temperamento, por ser
innato, no puede por lo tanto modificarse. Sin embargo podemos y debemos
cultivar y desarrollar la parte buena del mismo y combatir y
neutralizar sus influjos nocivos.
Otro
componente de la personalidad es el carácter; constituido por aquellos
factores que individualizan el comportamiento de cada uno de nosotros en
particular. Lo determina el ambiente, cultura, educación, entorno
social y familiar. Se podría decir que el carácter es el autodominio del
temperamento. Hipócrates realizó una clasificación o tipología de los
temperamentos válida hoy día, definió cuatro de ellos: colérico,
sanguíneo, melancólico y flemático. Vamos a tratar de realizar un
resumen de cada uno.
TEMPERAMENTO COLÉRICO.
Voluntad fuerte, que no se amilana ante las dificultades,
sino, por el contrario, emplea toda su vitalidad, y persevera a costa de
grandes sacrificios hasta llegar a su meta. No conoce el desaliento.
TEMPERAMENTO SANGUÍNEO.
Sociable y de buen humor. Es simpático, confiado y locuaz
con todas las personas y se comunica fácilmente con desconocidos. Afable
y alegre en sus palabras y conducta y sabe entretener divertidamente a
los que le rodean refiriendo interesantes narraciones, bromas y
agudezas.
TEMPERAMENTO MELANCÓLICO.
Propensión a la reflexión. En su modo de razonar, el
melancólico se detiene demasiado en todos los antecedentes hasta las
causas últimas. Como se da de buena gana a la consideración de lo
pasado, siempre vuelve a recordar los acontecimientos tiempo ha
transcurridos. Su pensamiento tiende hacia lo profundo; no se queda en
la superficie, sino que siguiendo las causas y la conexión de las cosas,
indaga las leyes activas de la vida humana, los principios según los
cuales ha de obrar el hombre; sus pensamientos, por fin, se extienden a
un vasto campo, penetran en el porvenir y se elevan hasta lo eterno.
TEMPERAMENTO FLEMÁTICO.
Baja propensión al estrés. El flemático trabaja despacio, pero asiduamente, con tal que no tenga que pensar mucho en su trabajo. No se irrita facilmente, ni por insultos, fracasos o dolencias. Permanece tranquilo, discreto y tiene un juicio práctico.