No seas esclavo
del pasado y los recuerdos tristes. No revuelvas una herida que está
cicatrizada. No rememores dolores y sufrimientos antiguos. ¡Lo que pasó,
pasó! De ahora en adelante procura construir una vida nueva, dirigida
hacia lo alto y camina hacia delante, sin mirar hacia atrás. Haz como el
sol que nace cada día, sin acordarse de la noche que pasó. Sólo contempla la meta y no veas que tan difícil es alcanzarla.
No te detengas en lo malo que has hecho; camina en lo bueno que puedes hacer.
No te culpes por lo que hiciste, más bien decídete a cambiar. No trates
que otros cambien; sé tú el responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú.
Aprende a mirarte con amor y respeto,
piensa en ti como en algo precioso. Desparrama en todas partes la
alegría que hay dentro de ti. Que tu alegría sea contagiosa y viva para
expulsar la tristeza de todos los que te rodean. La alegría es un rayo
de luz que debe permanecer siempre encendido, iluminando todos nuestros
actos y sirviendo de guía a todos los que se acercan a nosotros. Si en
tu interior hay luz y dejas abiertas las ventanas de tu alma, por medio
de la alegría, todos los que pasan por la calle en tinieblas serán
iluminados por tu luz.