viernes, 19 de junio de 2015

TENEMOS UNA VIDA QUE VIVIR.

Pienso que este mundo es el lugar donde debemos construir nuestra vida, sabiendo que el intento no estará jamás libre de obstáculos. No tenemos una coraza contra el sufrimiento, así que inevitablemente estaremos a merced de ciertas circunstancias que nos harán padecer y sentirnos infelices. Pero eso no debe rendirnos. Porque hay una vida que vivir, una vida particular en el alma de cada uno. Deberíamos aprender que el mundo es un campo de batalla donde se prueban los corazones de los hombres; un campo de prueba donde debemos aprender a ser hombres de verdad, tomando lo bueno para nuestra alma, y desechando lo malo de ella. Al final de esa lucha, se sabrá quién es el que triunfa y quién el que fracasa; quién el que es digno de ser recompensado, y quién no.
 El resto es vanidad; pura vanidad. La buena ropa, el atractivo coche, la gran casa; en fin, el dinero y el placer desordenado de los sentidos es pura vanidad, porque todo ello no sirve para mejorar un ápice el alma. Todo eso no debe constituir nuestro primer y más valioso interés, porque es un engaño. Hay que poner las cosas en su justo sitio.
  Y sin amor es imposible vencer. Esta es una gran verdad. No lo digo porque sea yo una persona que haya amado demasiado. Pero mi  experiencia me ha enseñado que, a menos que uno abra su corazón a los demás, en una muestra de solidaridad y comprensión humana, y que sea vuelva un abnegado de la vida, reconociendo que es imposible mejorar sin el contacto con otras personas, no podrá experimentar el crecimiento necesario de sí mismo, ni por tanto sentir que está aprovechando la vida, que la está viviendo. Y entonces verá cómo transcurre veloz el tiempo, y se dirá absorto: ¡Qué rápido pasa el tiempo!…

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