Desnudar el alma tanto
que sienta verdadero pudor.
Desojar cada sentimiento
y esparcir el polen de la vida
por cada rincón del firmamento.
Traspasar la frontera del espacio y el tiempo,
volviendo cercano cada lejano horizonte,
y concentrando de pleno en el alma
la materia madre del universo.
Saltar de estrella en estrella,
volar de verso en verso,
reciclando la nada en todo,
degustando el néctar de cada sueño.
Y fusionar cada lágrima caída
con cada átomo de luz existente,
para luego moldearlos con amor,
obteniendo como premio,
genuino manantial de vida.
Y así bautizar un ser
que no es uno sino dos:
cuerpo y alma, alma y cuerpo,
donde el cuerpo siente su alma,
y ahora el alma desnuda su pudor.
