viernes, 11 de octubre de 2013

REFLEXIONAR CON EL ALMA.

El alma desordenada lleva en su culpa la pena.




Las lágrimas son la sangre del alma.




En algún lugar del alma se extienden los desiertos de la pérdida, del dolor fermentado; oscuros páramos agazapados tras los parajes de los días.




El que escribe en el alma de un niño escribe para siempre.




El alma es aquello por lo que vivimos, sentimos y pensamos.




El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada.







Las arrugas de la piel son ese algo indescriptible que procede del alma.




La meditación es el ojo del alma.



Un alma grande está por encima de la injuria, de la injusticia y del dolor.








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